Lloren guitarras, ausencias mil
a los viajes sin retorno
a las madres, que en la esquina
al hijo ausente lo esperan
a los niños que no vieron
la sonrisa de un padre
a las aguas de aquel río
que van y van, y no vuelven.
Aquella alondra canta triste
por que su amado ya no vuelve
un viernes fue cuando él se fue
y nunca más regresó.
Ella muy sola se muere
y alzando el vuelo, cual viento
jura encontrar a su amado
volaba cerca del cielo
para reunirse con él.
Canten guitarras al nuevo ser
que llega al mundo llorando
presagiando tal vez quizá
amarguras que lo esperan
en este mundo ingrato.
A ti te canto Señor
tuya es mi voz y mi vida
por qué será nos das vida
para quitarnos tan pronto.
No te reclamo más nada
solo un poquito de fuerza
para el geranio que sangra
en los huertos profanados.
A ti te canto Señor
tuya es mi voz y mi vida
a ti te canto Señor
tuya es mi voz y mi vida.

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